El aire acondicionado se ha convertido en una de las formas más efectivas de refrescarse, pero las sustancias químicas nocivas que hacen que nuestras vidas sean cómodas también contribuyen a la crisis climática.

Las altas temperaturas prolongadas pueden disminuir la capacidad física y mental de las personas, y el aire acondicionado es una herramienta eficaz para controlar el calor en las aulas o en las oficinas. Pero antes del uso generalizado del aire acondicionado comercial, nuestro mundo era más fresco y, al buscar comodidad, hemos calentado nuestro planeta.

El refrigerante moderno (gas en refrigeradores, congeladores y acondicionadores de aire) se introdujo por primera vez en la década de 1930 en forma de una sustancia química llamada clorofluorocarbonos (CFC), más conocida como freón. Este químico escapó al aire con el tiempo, haciendo un agujero en la capa de ozono. En 1987, se alcanzó un acuerdo global para prohibir la producción de CFC, aunque cada año reaparece un agujero de ozono sobre la Antártida en octubre.

Los HFC, los productos químicos que reemplazaron al refrigerante prohibido, aunque no agotan la capa de ozono, su potencial de calentamiento global puede ser cientos o miles de veces mayor que el del dióxido de carbono. Hoy en día, el refrigerante más utilizado en aires acondicionados y automóviles es el HCFC, que tiene un potencial de agotamiento de la capa de ozono mucho menor. Hay reemplazos como los HFO (hidrofluoroolefinas) que no agotan la capa de ozono.

Los acondicionadores de aire no consumen ni emiten refrigerantes directamente. Pero lo que afirmaba la industria química que producía acondicionadores de aire era que no enviaban freón a la atmósfera. Según la industria, era totalmente seguro porque nunca se filtraría. Eso no es lo que pasa. Lo que sucede, especialmente con los acondicionadores de aire de los automóviles, es que cuando se carga un refrigerante en un sistema, en un acondicionador de aire, lentamente, en el transcurso de unos 15 años, se fuga.

E incluso si no es así, al deshacerse de un aire acondicionado, la gran mayoría de la gente simplemente lo pasa por la calle, o lo tira al basurero, o algo así, lo cual es técnicamente ilegal. Pero no hay forma de regular eso. Estas unidades probablemente tengan HFC.

La solución más ecológica es plantar más árboles. Las iniciativas para asegurarse de que haya una vegetación exuberante en todas las calles, especialmente en los vecindarios de clase trabajadora, donde tiende a haber menos árboles, es crucial. Otra solución es el diseño sostenible que incorpora refrigeración pasiva. Hay arquitectos innovadores que miran la naturaleza, cosas como termiteros, colmenas, cosas que existen en la naturaleza y regulan la temperatura.

Entender cómo sombrear, cómo dar luz, pero sin luz solar directa que calienta una habitación. Cosas como incorporar el viento natural en una habitación y usar mejores materiales de construcción que no absorban el calor. Estas estrategias de enfriamiento no tienen por qué ser enormemente caras.