Recientemente hemos notado que nuestro planeta está sufriendo una serie de ataques que nos afectan como seres vivos: pandemias, inundaciones, catástrofes naturales, temperaturas extremas, y cada vez con mayor frecuencia.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaró el 22 de abril como el Día Internacional de la Tierra, con el fin de alcanzar un justo equilibrio entre las necesidades económicas, sociales y ambientales de las generaciones presentes y futuras y para promover la armonía con la naturaleza y Tierra.
Del medioambiente depende de manera directa la salud del planeta y los más de 7,700 millones de personas que vivimos en él. “Restaurar nuestros ecosistemas dañados ayudará a acabar con la pobreza, combatir el cambio climático y prevenir una extinción masiva”, sostiene la ONU.
La Tierra es nuestro hogar y ofrece un vasto cúmulo de recursos disponibles en sus diversos ecosistemas, con los que en conciencia podemos convivir todos los seres vivos en armonía.
La primera vez que se celebró el Día Internacional de la Madre Tierra (o simplemente Día de la Tierra) fue en 1970 cuando cerca de 20 millones de personas salieron a las calles de Estados Unidos para protestar contra los derrames de petróleo y la contaminación de los ríos. Aunque fue en 2009 cuando la ONU decretó su conmemoración cada año.
Para evitar los efectos más desastrosos del cambio climático, los países debían reducir sus emisiones de tal forma que a partir de 2050 tendrían que desaparecer.
El problema en este momento es principalmente de dos actores: Estados Unidos y China, que acumulan cerca del 40% de las emisiones mundiales. Países como Japón, Canadá o Argentina han puesto sobre la mesa nuevos objetivos de recorte de emisiones.
Cada uno de nosotros con sus acciones impacta en el planeta, no importa si sólo eres tú, importa que estás afectando a todos los ecosistemas del único planeta que hasta el momento conocemos puede albergar la vida en la que habitamos.