Te dejamos un dato que quizás no sabías… Los corales son considerados botiquines naturales y grandes aliados en la búsqueda de tratamientos efectivos a un gran número de enfermedades.
Las plantas y animales que estos entornos marinos albergan han desarrollado compuestos químicos para protegerse frente a depredadores, así como para combatir enfermedades y prevenir el crecimiento excesivo de otros organismos que compitan con ellos.
Es por ello que, según el Servicio Nacional Oceánico de Estados Unidos, los corales son fuente importante de nuevos medicamentos para tratar el cáncer, la artritis, el Alzheimer, infecciones bacterianas, virus y enfermedades cardíacas, entre otras.
La industria farmacéutica ha encontrado en los corales insumos valiosos para el desarrollo de productos. Por ejemplo, ha concluido que ciertos corales estimulan la soldadura de huesos rotos, y que algunos componentes de una esponja proveniente de los arrecifes caribeños permiten la creación de Zidovudina, un medicamento para tratar el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH).
Pese a estos descubrimientos, el uso médico de los arrecifes se considera subdesarrollado. Y, aún peor, si estos entornos no son preservados, su gran potencial para la medicina moderna no será aprovechado nunca.
Lamentablemente, algunos estudios estiman que el 30% de los arrecifes ya está seriamente dañado y que el 60% podría desaparecer en el año 2030 debido a la contaminación del agua, métodos destructivos de pesca, la sobrepesca y otras actividades humanas no sostenibles. A ello se suma la amenaza del cambio climático, fenómeno que aumenta la temperatura de los océanos y con ello la muerte de corales.
Varios países de América Latina tienen la bendición de contar con grandes extensiones de arrecifes de coral, que brindan beneficios ambientales y sociales a nivel nacional y regional, pero no hacen lo suficiente para proteger esa riqueza.
Uno de ellos es México, cuyo litoral se extiende por más de 11 mil kilómetros y que tiene una superficie de 5.100 kilómetros cuadrados de islas, arrecifes y cayos. Sus arrecifes coralinos están distribuidos geográficamente en seis grandes regiones: el Golfo de California y el oeste del Pacífico mexicano, el Archipiélago de Revillagigedo, las Islas Marías, la Costa del Pacífico Sur, el Corredor Arrecifal del Golfo México y el banco de Campeche, y el Caribe mexicano.
Sin embargo, la pérdida y degradación de arrecifes de coral es un problema creciente en el país. Por ejemplo, la descarga de sedimentos y la contaminación proveniente de actividades humanas ha resultado en el incremento de macroalgas, aquellas que le quitan luz y oxígeno a los corales, provocando su muerte. La principal actividad detrás del daño es el desarrollo urbano y costero no sostenible y mal planificado. Otro ejemplo es el Sistema Arrecifal Veracruzano, el más grande del Golfo de México, en riesgo grave por una ampliación portuaria.