Las ciudades se han convertido en los hábitats en los que viven más de la población mundial y en los que se desarrolla la mayor parte de la actividad económica global.
La generación de residuos, la contaminación ambiental, la sobreexplotación de recursos naturales y el avance de la mancha urbana sobre los espacios naturales son una parte del desarrollo de las ciudades.
Esta tendencia de crecimiento ha puesto en riesgo los espacios naturales y su biodiversidad, comprometiendo la posibilidad de una vida digna para las futuras generaciones. Las zonas urbanas estarán expuestas a los cambios climáticos y fenómenos naturales.
Uno de los mayores retos en la agenda urbana será conservar o recuperar áreas de valor ambiental manteniendo beneficios ambientales diversos que otorgan mejoras tangibles e intangibles a los habitantes, en lo individual y en lo colectivo; cumpliendo con ello estándares tales como el de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que recomienda que las ciudades deben cumplir mínimamente con 9 m2 de áreas verdes por habitante, o el de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) que indica que corresponderán contar con una superficie no menor de 12 m2 de áreas verdes por habitante, todo ello con el fin de proteger la permanencia y equilibrio de la calidad de vida de los habitantes en la ciudades.
Para México valorar su capital natural resulta una tarea fundamental dado el potencial de su riqueza biológica. México es uno de los doce países mejor dotados a nivel mundial; es uno de los tres países megadiversos (junto con Estados Unidos y Colombia) con litorales tanto en el Atlántico como en el Pacífico, además de contar con variados ecosistemas costeros, debido a sus litorales y superficie marina.
En términos de riqueza ecológica, contamos con diversidad de ecosistemas: 5 tipos de ecosistemas terrestres que a su vez se subdividen en 191 eco-regiones. 32 tipos de vegetación; existen alrededor de 25,000 especies de plantas, que representan el 10% del total de especies vegetales del mundo.
Si se abusa de los ecosistemas y se les destruye, éstos generalmente dejan de proporcionar los servicios ecosistémicos que son fundamentales para el desarrollo humano. Sin estos bienes y servicios ambientales los territorios pierden competitividad y oportunidades de bienestar y crecimiento económico. Cuidemos nuestras ciudades.