La cultura mexicana y sus múltiples manifestaciones se expresan en tradiciones que son ejemplo de la riqueza histórica de una nación nacida del encuentro de dos mundos: el europeo y el indígena.
Cuando se tiene la oportunidad de vivir el ambiente de las festividades mexicanas, nos encontramos con un panorama lleno de significados en donde es posible ver y descubrir la esencia de México y su rico pasado que se niega a morir.
Una de las fiestas más esperadas del año es la celebración del inicio de la lucha de la Independencia de México, en donde se emula el Grito de Dolores, nombre con el que se le conoce al histórico llamado que hizo el cura Miguel Hidalgo.
La primera vez que se festejó el Grito de Dolores fue en un edificio conocido como el Chapitel, en Huichapan, Hidalgo en 1821, por el general Ignacio López Rayón y Andrés Quintana Roo.
Otro dato interesante es que la ceremonia de El Grito nunca se ha interrumpido.
Originalmente la ceremonia se celebraba el 16 de septiembre, pero el presidente Porfirio Díaz cambió la celebración para la noche del 15 para que coincidiera con su cumpleaños.
En todas las plazas públicas del país, el Grito es el punto de partida para la fiesta, para “sentirse mexicano” ya sea al recordar a los héroes que dieron a México patria y libertad, al abrir una botella de tequila, al escuchar música ranchera o al degustar una gran variedad de “antojitos” y por supuesto el pozole y los chiles en nogada tradicionales de esta fecha.
En México no existe otro festejo que se compare al Grito de Independencia, una fiesta cívica y, al mismo tiempo, un mosaico tradiciones culturales, que son el orgullo de todos los ciudadanos de este país.
Esta celebración es la fiesta perfecta para sentir la pertenencia a algo más grande que nosotros mismos, a algo que nos hermana a pesar de las diferencias y que hace algo tan único y hermoso como nuestro país y su cultura.
